Comunicado del arzobispo Edward J. Weisenburger sobre la muerte del papa Francisco
Con inmensa tristeza comparto con los fieles de la arquidiócesis de Detroit que nuestro amado Santo Padre, el papa Francisco, ha fallecido. Mi corazón está apesadumbrado porque nuestro mundo ha perdido una voz poderosa, profética y amorosa. Sin embargo, también me regocijo en lo que pido en oración será una bendita recompensa de alegría, más allá de todo entendimiento, por un verdaderamente grande y amoroso Pastor Universal.
Nuestro Santo Padre dijo una vez: “Algunas personas quieren saber por qué deseaba llamarme Francisco. Para mí, Francisco de Asís es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y protege la creación”. Aunque es imposible medir el impacto del papa Francisco en nuestra Iglesia y en el mundo, creo que los tres aspectos a los que hizo referencia serán una influencia duradera.
En primer lugar, el papa Francisco fue un hombre de pobreza, especialmente en el sentido del desprendimiento de las cosas creadas del mundo y por su sencillez de vida. De este modo, fue un profundo testigo de cómo se puede superar la tentación de las posesiones, el poder y el control, de los valores vacíos y destructores de la vida del secularismo. En segundo lugar, la medida en la que el Santo Padre fue un hombre de paz se encuentra en su constante llamado para terminar con toda violencia y guerra. Como icono de Cristo mismo, las heridas más profundas del Santo Padre se revelaban en la violencia, la muerte y la destrucción del mundo, en contra de las que clamaba. Su llamado por la paz fue realmente un eco del de Cristo. Y finalmente, como hombre que amó y protegió la creación, reveló cómo los auténticos discípulos ven el mundo de la creación y los dones que nos ofrece. Profundizando en las Sagradas Escrituras, el papa Francisco nos recordó que somos administradores y cuidadores de la creación, no propietarios que pueden destruir imprudentemente lo que se ha puesto amorosamente en nuestras manos. De hecho, esta es un área en la que sus palabras proféticas y su ejemplo han llegado al corazón de los jóvenes del mundo.
Una última cita de nuestro Santo Padre sobre la que los fieles podrían reflexionar es simplemente:
“Un poco de misericordia hace al mundo menos frío y más justo”.
Pido amablemente a todos los fieles que recen un rosario por el gentil descanso del alma de nuestro Santo Padre o que participen en una misa en memoria del papa Francisco. Que nuestras oraciones por él sean parte de su gran viaje al corazón de todo Amor. Pido también amablemente a los fieles que recuerden en su oración a los cardenales de la Iglesia, pidiendo a Dios que sea elegido rápidamente un nuevo sucesor de san Pedro.
Concédele, Señor, el descanso eterno y haz que brille sobre él la luz perpetua. Que su alma y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Amén.